El Universo Zurdeño
Zurdo, vos sabés de la canoa porque la montás. Sabés del curupí, del timbó, porque compartís el silencio a la sombra. Vos estás en la isla, sos con la isla, con los isleros, y nosotros te sabemos hoy dormido en la paz recontra merecida y vos te empecinás en descansar, claro, pero con las alas abiertas al modo del biguá.
La entrerrianía está acunando en su seno al mejor de sus pájaros. Si la calandria canta lo que quiere, como la calandria: donde apuntás está el tono justo y sin hacer jamás de la velocidad una razón.
Ahora, ¿no debiéramos decir que te sacaste los gustos en vida? Sabemos de tu felicidad en interpretar a Yupanqui, y en divulgar su obra en escenarios, en aulas, al aire libre. Donde cuadre, Atahualpa, donde sea, yupanquismo.
Una voz profunda, expresiva, entrerriana, una guitarra con identidad propia, una vida integrada a la naturaleza y la cultura, sin artificios, sin forzar nada (algo así dijo el Negro Aguirre, lo dijo mejor, claro; y que el Zurdo es el Paraná en persona, por ancho, por generoso).
Ah, y una prolija selección de poemas admirados y melodías propias y algunos que otros versos de tu pluma que ya son nuestros.
Fiel a tus convicciones americanistas, antiimperialistas, no sabemos cuántas fotocopias repartiste con párrafos de Marcelino Román sobre la unidad de la América Criolla. Fiel a tu vena artística, tal vez no exageremos al decir que repetiste un millón de veces en otras tantas circunstancias la frase de Yupanqui: al
pueblo hay que darle lo que merece, o sea: lo mejor.
Dicho en criollo: basta de mediocridades. Que el Paraná arrastra un rumor de chamamé, que el guaraní nos llega en la corriente con los camalotes, que el mercantilismo nos está ahogando... Que durmamos con un ojo abierto por aquello de la penetración imperialista... Cuando reunamos tus palabras, sin apuros (hoy las circunstancias nos limitan), todo alcanzará su dimensión.
Para una noche así, ha dicho el Polo: "Lástima que el casco del alma costera / no halle calafate para su dolor".
Nos quedamos, pues, en silencio con Ramón Ayala, con Carlos Santamaría, con el Polito Martí, con el Negro Aguirre que decidió exhibir su corazón lastimado y habló en poesía; con Silvina López que no pudo hablar pero te dijo tanto en guitarra, con Ernesto Méndez y tantos jóvenes que no podríamos enumerar, jóvenes que están haciendo sus senderitos (con las patas en el suelo, como te gusta) y siempre agradecen ese aliento que llegaba de la costa. Que llega.
Con tus amigos de la costa, claro, con Juan Manuel Alfaro que pronto nos relatará este universo zurdeño, este universo zurdeño que hoy mojamos en lágrimas y que mañana nos devolverá con un baño de música.
Dicho en criollo: basta de mediocridades. Que el Paraná arrastra un rumor de chamamé, que el guaraní nos llega en la corriente con los camalotes, que el mercantilismo nos está ahogando... Que durmamos con un ojo abierto por aquello de la penetración imperialista... Cuando reunamos tus palabras, sin apuros (hoy las circunstancias nos limitan), todo alcanzará su dimensión.
Para una noche así, ha dicho el Polo: "Lástima que el casco del alma costera / no halle calafate para su dolor".
Nos quedamos, pues, en silencio con Ramón Ayala, con Carlos Santamaría, con el Polito Martí, con el Negro Aguirre que decidió exhibir su corazón lastimado y habló en poesía; con Silvina López que no pudo hablar pero te dijo tanto en guitarra, con Ernesto Méndez y tantos jóvenes que no podríamos enumerar, jóvenes que están haciendo sus senderitos (con las patas en el suelo, como te gusta) y siempre agradecen ese aliento que llegaba de la costa. Que llega.
Con tus amigos de la costa, claro, con Juan Manuel Alfaro que pronto nos relatará este universo zurdeño, este universo zurdeño que hoy mojamos en lágrimas y que mañana nos devolverá con un baño de música.
Te saludamos, maestro.Saludamos tu regreso al seno. Y cantamos con vos: "Cruzada de trino y vuelo la brisa besa el rocío. La tierra aprende a ser río, el río aprende a ser cielo".
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